La vida le da un campanazo de alerta a Marcia Guerra avisándole que está llegando a la fecha límite autoimpuesta para tener un hijo. El único inconveniente para esta mujer que logra todo lo que se propone, es que, para el momento en que inicia nuestra historia ella no tiene ni desea tener una relación estable con un hombre pues las decepciones endurecieron su corazón y renunció para siempre al amor, al que considera, como casi todos los demás sentimientos, estorboso, ilógico y patológico. Así, en contra de lo que le dicen todos a su alrededor y de lo que desde el fondo de su alma intenta gritarle su instinto amordazado, ella decide que va a hacer una selección absolutamente racional, metódica y estructurada del hombre que deberá aportar el material genético para concretar el proyectado hijo. El primer paso que da es escoger un grupo de cuatro candidatos a los que se acercará para analizarlos mejor como posibles sementales. Lo que Marcia no sabe es que al asumir tan particular empresa inevitablemente incurrirá en lo que tanto ha querido evitar: se enamorará de quien menos piensa y este amor se convertirá en un obstáculo para su milimétricamente calculado plan. (Who will love Maria).