Tomás fue el primer Manrique que en plena época de la violencia política se embarcó en la aventura de probar suerte en la gran ciudad. Burgués de cuna no pudo asimilar la vida de trabajos que la urbe le exigía y muy pronto descubrió accidentalmente que el robo era la forma más efectiva de conservar el status al que estaba acostumbrado. Pero con esta decisión condenó su apellido a un signo trágico: “ninguno de los Manrique moriría de viejo”. Esta es la historia de una familia que en medio de amores y odios tan profundos como sus arrepentimientos, creó una organización delictiva que nació por accidente, se fortaleció por decisión propia, intentó integrarse a la sociedad y sucumbió trágicamente al crear un mundo paralelo al de la legalidad. (Family Business).